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Mindfulness en un macaron
Recuerdo la primera vez que probé un macaron. Era de chocolate (¡tenía que ser!), pagué unos tres euros en aquella pequeña panadería en un rincón de Montmartre, no sin sentir que estaba gastando una fortuna. Era 2012, vivía en México y estaba de visita en Europa descubriendo cuán cierta era aquella frase conocida de que "el que convierte no se divierte".