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Paz Medina. Una historia de Añoranza.
No existía cosa o acontecimiento en esta tierra que pudiera causar disturbio a la apaciguada alma de Paz Medina. Se había pasado sus 52 años dominada por su naturaleza tranquila, casi inmutable. No conocía el significado de la palabra “alterarse”, simplemente no estaba en su vocabulario y menos en su conducta. El día en que nació, la partera de Añoranza tuvo que agarrarla a garrotazos para hacer que llorara, pues aquella criatura había entrado al mundo con una tranquilidad tan extrema que llegaron a pensar que había nacido muerta. Ese fue el único día en el que Paz mostró una emoción, el día en que la matrona la hizo…